sábado, 29 de marzo de 2008

Los vengadores de Mariluz




El pasado 13 de enero comenzaba a escribirse una de las páginas más negras de la historia de sucesos en nuestro país. La pequeña Mariluz, una niña de Huelva, que vivía junto a sus padres en la Barriada de El Torreón.

Salió de casa a comprar unas chucherías, y fue atendida por los tenderos junto a dos amigas. Desde entonces, nada más se supo de la niña.

En un principio se barajaron dos hipótesis: la venganza entre familias y un posible caso de pederastia, puesto que un vecino estaba acusado de abusar de sus hijas en años anteriores.

Desde el momento de su desaparición, fue buscada por múltiples medios y por una gran cantidad de personas. Incluso llegó a viajar a Italia y Portugal siguiendo pistas que conducían a encontrar a Mariluz.
54 días después de darse por desaparecida, su pequeño cuerpo aparece flotando en el puerto de Huelva. A partir de ahí, la niña fue enterrada el día 10 de marzo en medio de múltiples muestras de dolor. Se le practicaron los autopsias, que demostraron que la niña había muerto entre las 17 horas del día que desapareció y las 48 horas siguientes, y que había muerto por asfixia.

Desde el principio, el principal sospechosos era S.V.G., que argumentó ante la Policía que la niña le acompañó de forma voluntaria, que falleció de manera fortuita y que la tiró al mar porque se austó cuando la vio muerta.

Desde que se dio a conocer este dato, la gente se ha echado a la calle de una manera desmesurada. La familia del supuesto (supuesto, porque de momento no se ha demostrado lo contrario) asesino es el centro de todas las miradas y, lo que es peor, de las iras de todo el mundo, como la terrible pelea que se ve del hermano del autor con un gitano en una barriada.

Por supuesto, no seré yo quien defienda una acción tan horrible como es abusar de una menor, pero tampoco creo que sea permisible que la gente quiera tomarse la justicia por su mano, pisando a quien haga falta, como ocurrió estos días pasados con la llegada del acusado a los Juzgados de Huelva.
Desde aquí hago un llamamiento a la cordura, para que sea la Justicia la que tome cartas en el asunto, y no los vengadores de la pequeña Mariluz.

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