
Por desgracia, la historia de los McCann si parece la historia interminable. Si Michael Ende levantara la cabeza, se vería absolutamnete desbordado por lo que está ocurriendo en dos partes del mundo que, de repente, y casi sin quererlo, han pasado a tener una extraña vinculación sin que nada se sepa. Desde hace cuatro meses la prensa bombardea contstantemente con este caso que es tan dramático como extraño. Nadie es culpable, pero parece que sobre todos vuela la sombra de la duda.
El matrimonio McCann disfrutaba hace ahora cuatro meses de unas vacaciones en el Algarve portugués con sus tres hijos y algunos amigos de la familia. Una noche decidieron salir a cenar, dejando solos a los dos gemelos y a la triste protagonista de esta historia, Madeleine. Esa sería la última vez que verían a su hija mayor, hasta el momento.
A partir de entonces se puso en funcionamiento la rueda mediática, que sin dejar de girar nos lleva a la actualidad. Los padres de la pequeña Maddie obtuvieron desde el principio el apoyo de todos los sectores de la sociedad, no solo la británica, y el mundo entero decidió volcarse para colaborar con esta familia.
Desde el principio, la teoría que cobró más fuerza fue la del secuestro. Pero los datos se fueron precipitando, y parece que nadie ahora tiene la certeza de poder descubrir qué es lo que pasó realmente.
Los padres de Madeleine, Kate y Gerry, han sido llamados a declarar en varias ocasiones, y parece que podía haber más. Lo mismo ha ocurrido con los amigos del matrimonio que se encontraban con ellos en Portugal. Vueltas y más vueltas que ha dado el caso y que todavía que le quedan por dar.
Las últimas informaciones muestran el diario personal de Kate McCann, en el cual asegura, siempre según la prensa portuguesa, que sus hijos son unos "histéricos", y que la hiperactividad de Maddie "la agota". De las críticas tampoco se libra su marido, Gerry, del cual dice que "se pasa el día jugando al tenis, mientras yo debo hacerme cargo del cuidado de los niños".
Lo último que se ha puesto en duda es que, si los padres de Madeleine son considerados sospechosos de su desaparición y muerte, podrían perder la custodia de sus otros dos hijos.
Lo peor no es todo esto, que bastante duro es de por sí. Lo peor es que la pequeña Madeleine McCann sigue desaparecida, y que la presión mediática está superando todas las expectativas. Por el bien de los niños, que esto acabe pronto.
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